El Franco está rodeado y casi integrado por los concejos de Tapia, Coaña, Castropol y Boal. Como buena parte de la costa occidental asturiana, se asienta sobre la espectacular rasa que mira al Cantábrico y su territorio va cogiendo altura hasta los 800 metros de altura en sus cotas más elevadas. Como tantos concejos de Asturias, sufrió la sangría poblacional de la emigración, con destino mayoritario a tierras cubanas y al estuario de La Plata. En los años 70 la emigración interior llevó a muchos de sus pobladores a las áreas industriales de Gijón y Avilés.

Un pasado castreño

Varios castros de origen prerromano se levantaron en su territorio. De hecho, el de Cabo Blanco es una de las fortificaciones de la época mas importantes del litoral asturiano. Su espectacular foso excavado en la roca da una idea de la magnitud que debió tener este castro que se introduce en el Cantábrico defendido por murallas y acantilados prácticamente inexpugnables.

En época romana también se encontraba en el centro de la explotación costera del oro, con minas como las de Andina, que dejaron un conjunto de cuevas que dan a entender la magnitud de la explotación.

Arte y Cultura

Hay buena cantidad de edificios notables. En Valdepares se levanta el Palacio de Fonfría, del siglo XVI, y La Torre, una construcción de mecenazgo indiano de principios del siglo XX.

También en Viavélez encontramos el palacio de Jardón, también de capital indiano y arquitectura historicista.

El Franco y la fotografía

En todos estos años fotografiando las gentes y los rincones de El Franco, destacaría la autenticidad propia de la población occidental de Asturias: gente cercana, hospitalaria y amable con gran fotogenia y muchas historias que contar.

Recuerdo multitud de temporales que cubrí en el puerto de Viavélez, uno de los rincones de la costa donde el Cantábrico se desempeña con más violencia, dando imágenes verdaderamente espectaculares.