¿Luz de esperanza?

Estos días cuesta mucho trabajo mantener el optimismo. Los cierres perimetrales no han conseguido detener la propagación del virus mientras el cansancio y la desesperación hacen mella en mucha gente. Suben las cifras de muertos y contagios y da la sensación de que poco más se puede hacer. Escaparates apagados, terrazas recogidas… Las calles son como enfermos sin alma, escenarios por los que deambular para pasear al perro o bajar la basura. Están condenadas a esta catalepsia al menos hasta que las cifras den un respiro. Imagino que al final hemos hecho las cosas mal, muy mal, convencidos de que el Covid había pasado o que como mínimo lo teníamos controlado. Nos avisaron de que la famosa gripe española de hace un siglo fue mortífera en su segunda oleada, mucho más que en la primera embestida. Parece que, como siempre, la especie humana está condenada a repetir su historia. Que no queramos que pase algo jamás implicó que no fuese a pasar. Y así nos va. Sólo nos libra el hecho de que cien años después de aquella pandemia, nuestro sistema sanitario y sus profesionales están muy por encima de las circunstancias. Y muy por encima de la sociedad a la que sirven. Las cosas como son.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.