El monasterio de Obona resiste a duras penas a la maleza. Pero ahí sigue, rodeado de la magia y los fantasmas de aquellos monjes benedictinos que lo ocuparon durante más de 6 siglos. Alfonso IX lo hizo paso obligado del peregrinaje a Santiago por lo que el cenobio alcanzó una importancia capital en aquellos oscuros años del medievo, convirtiéndose incluso en todo un centro de investigación en técnicas de explotación agraria y de formación en humanidades, filosofía y teología. El mes pasado pasé unas horas fotografiándolo. Una maravilla de lugar en el corazón del concejo de Tineo.
