
Nada como los amaneceres de septiembre. Camino por este Avilés de soportales un jueves al sol que asoma. La vida parece volver a su ruda monotonía, envuelta en el bucle permanente de las ciudades que tienden a dormirse cuando llega septiembre.
Cámara en ristre voy repasando esas esquinas que me sé de memoria y que a estas horas de la mañana son dobladas, en la mayoría de los casos por veteranos de más de 60. Van y vienen de café en café, de periódico en periódico y de tedio en tedio.
Algunos se acercan al puente de San Sebastián y miran incrédulos la transformación de los espacios que bañaron en sudor, en los tiempos en los que se creía que ENSIDESA era para siempre.
En un goteo constante, van cruzando la pasarela que supera las vías. Las baterías de coque hace meses que escupieron sus últimos humos anaranjados que se confunden en una amanecer luminoso y fresco
fabuloso como todo
Muchas gracias Alejandro!
¡Da gusto leer tus reflexiones, Miki!
Como me gusta leer eso Nieves. Mil gracias!
Me quito el sombrero.
Muchas gracias Joaquín!