
Una iglesia en mitad de un puerto
Fue en el año 2008 cuando asistí a una reunión en la que el arzobispado de Oviedo convocaba a los vecinos de la parroquia para tratar sobre el cierre de las puertas de la icónica iglesia parroquial. En aquellos días el edificio comenzaba a ser cercado por las enormes montañas de carbones y otros materiales que los barcos descargaban en los muelles de Raíces. La nueva configuración del puerto de Avilés abocaba al irremediable cierre de un templo que, hasta la fecha, mantenía los cultos ordinarios conviviendo con la frenética actividad portuaria.

En 1991 comencé a trabajar en La Voz de Asturias en Avilés y desde aquellos años, cubrí varias veces las procesiones de San Juan, que en este pueblo de Nieva, tenían un particular carácter marinero. Las onduladas formas de esta iglesia con forma de casco de barco invertido, eran un escenario especialmente fotogénico en el que cualquier fotógrafo disfrutaba jugando y componiendo imágenes con las suaves formas de su estructura.
En aquella última reunión brotaron lágrimas cuando el mismo párroco comunicaba el definitivo cierre de un tempo que había sido escenario de cientos de bautizos, bodas y funerales. Seas o no creyente, las iglesias suelen ser uno de los centros neurálgicos de los pueblos, asociados a alegrías y tristezas y formando parte de la vida de todos sus vecinos.
Una obra pendiente

En aquellos días me sorprendió como aquella gente miraba con tristeza el edificio que sucumbía al destino que marcaba el crecimiento portuario. Hace muchos años que no me paso por allí. Las barreras de acceso se bajaron hace muchos años y se requiere un permiso especial para acceder al recinto. Pero veo las fotos que mis compañeros de Avilés publican con motivo de las partidas presupuestarias destinadas a que este edificio singular no termine convertido en un montón de escombros.
Así que al menos queda la esperanza de que la peculiar iglesia de San Juan de Nieva no se convierta en un mero recuerdo del pasado de un pueblo que ya no existe.
Como siempre excelente Miki.
Mil gracias Joaquín